2011-03-12

Somos lo que hacemos

Malling-Hansem typewriter




“Yo pensaba que la magia de la era de la información consistía en que nos había permitido saber más; pero luego me di cuenta de que la magia de la era de la información es que nos permite saber menos. Nos proporciona servidores cognitivos externos: sistemas con memoria de silicio, filtros de colaboración online, algoritmos de las preferencias del consumidor y conocimiento en red. Podemos cargar estos servidores y liberarnos nosotros.”
(David Brooks)



Superficiales: ¿Qué está haciendo Internet con nuestras mentes?, Nicholas Carr



Una caída del caballo le provocó a Friedrich Nietzsche lesiones de las que nunca se recuperaría. No podía fijar la mirada en una página y el simple acto de escribir le provocaba tales naúseas que le impedían ejercitarse como escritor. Fue una época en la que se temió que no volviera a escribir. Pero se le ocurrió encargar una máquina de escribir (una Writing Ball Malling Hansem) con la intención de memorizar las posiciones de los caracteres y poder así escribir con los ojos cerrados. Todo esto ocurría a principios de los ochenta (del siglo XIX) y resultó ser la época más productiva de Nietzsche (un libro al año excepto el último en el que escribió algo, 1888, en el que ofreció cinco).

La tecnología facilitó a Nietzsche el que pudiera escribir y ofrecernos sus obras.

Sin embargo, uno de sus mejores amigos (el escritor y compositor Heinrich Köselitz) le advirtió de un cambio de estilo en todo lo nuevo que escribía. Su prosa se había vuelto más contundente a la par que más concisa, como si la máquina le hubiera imprimido su carácter de hierro al texto. Tras reflexionar sobre ello, el filósofo le respondió que «nuestros útiles de escritura participan en la formación de nuestros pensamientos».

Y es que no podemos negar que ha habido determinadas tecnologías que han cambiado nuestra forma de relacionarnos con el entorno de forma tan radical que, en consecuencia, han cambiado nuestra forma de pensar. La invención y utilización del arado o las técnicas de irrigación, el surgimiento del reloj y su nueva forma de medir el tiempo, la brújula y revolución en los viajes. Por no hablar de la imprenta y la forma en la que alteró la forma en la que se transmitía la cultura.

La irrupción de Internet y su meteórica aceptación y consolidación ha supuesto un cambio tecnológico de similar magnitud a éstos. Científicos como Mezernich han documentado la capacidad plástica del cerebro para adaptarse a las tareas que se le encomiendan. Sin embargo, esa plasticidad no indica elasticidad, lo que el cerebro ofrece por una parte es lo que ha quitado por otra.

Al parecer existen dos tipos de memoria, la de trabajo y la de largo recorrido. La forma de adquirir conocimiento consiste en imprimir la información en la memoria de largo recorrido, pero los procesos actuales cargan el peso sobre la memoria de trabajo, saturándola de información e impidiendo que ésta se consolide de tal forma que pueda llegar a la zona de largo recorrido. Dos son las causas que el dr. Sweller identifica como principales en esta sobrecarga cognitiva: “la solución de problemas superfluos” y “la división de la atención”. El entorno que nos proporciona Internet responde a ambas características.

Lo que Nicholas Carr pretende con esta obra es preguntarse/-nos si el cambio que la adopción de esta tecnología está provocando en nuestras mentes resulta beneficioso o perjudicial.

No es por estropearos la sorpresa, pero el balance del autor resulta negativo. Tal vez porque se base en la tesis expuesta por Weizenbaum en El poder de las computadoras y la razón humana, Carr sugiere que nos encontramos ante una tecnología del olvido, en la que prima la presentación instantánea de los datos pero sin que éstos lleguen a calar de la forma profunda necesaria para generar conocimiento (la famosa "F" de fast que concluía Nielsen en sus estudios sobre consumo de contenidos web)

Si te interesa leer sobre este tema, tal vez te gustaría echar un vistazo a Los bárbaros, la obra de Baricco que aborda el mismo asunto aunque con diferente perspectiva.


Irudia: Friedrich Nietzsche's typewriter, copyright The Goethe and Schiller Archive

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